Domeñada por el tráfico de influencias, la consentida corrupción, el influjo religioso y un desmedido y manirroto ejercicio de derroche en las finanzas.
Aunque un individuo jamás termina de ser completamente avasallado, domeñado, siempre existirá la incógnita sobre lo que pasaría si el rebaño desconcertado llegase a despertar.