Además, el tercermundismo no es un flagelo, como dice usted, sin un padecimiento crónico de muchos latinoamericanos, que llevan a donquiera que van y lo manifestan de muchas maneras.
Refleja un innegable tercermundismo, que es difícil de explicar después de 50 años dedicados a mejorar (entre otras cosas) la educación (o más bien instrucción) de un pueblo.